Los expertos en radiaciones no apagan el WiFi por la noche ¿Por qué debería hacerlo yo?

Hay quien da un paso atrás mientras el microondas calienta la leche y hay quien desconecta el WiFi antes de irse a dormir. Por si acaso. Pero ¿Puede de verdad ser un peligro para la salud la radiación que emite un router doméstico?

wifimanEn los medios de comunicación aparecen evidencias contradictorias. La Vanguardia recomienda extremar las precauciones. El Confidencial dice que no pasa nada.

Ante esa confusión, PLCBO.NET ha buscado una respuesta convincente para saber si sería conveniente para la salud apagar el wifi cuando no lo utilizamos. Hemos molestado a David Coggon, médico y matemático, catedrático emérito de la Universidad de Southampton y uno de los epidemiológicos del Programa de Investigación sobre la relación entre Telecomunicaciones Móviles y Salud (MTHR).

Le hemos hecho una sola pregunta: ¿Apaga usted el WiFi por la noche? Su respuesta fue clarificadora: No, no lo apago.

MÁS ALLÁ DEL ARGUMENTO DE AUTORIDAD

Más allá del argumento de autoridad de David Coggon, vamos a tratar de razonar por qué el WiFi no supone un peligro.

Lo primero es distinguir entre dos tipos de radiaciones. Las ionizantes pueden ser peligrosas. Haciendo un símil: Su efecto sobre las células del organismo es como lanzar una pelota de golf contra un coco. Si se produce un impacto, el coco se cae de la palmera. De la misma forma, el impacto de esas radiaciones puede dañar los tejidos y las células. En este grupo de radiaciones está parte del espectro ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma.

Diseñan los routers como bichos amenazadores. Por algo será.

Diseñan los routers como bichos amenazadores. Por algo será.

Las radiaciones no ionizantes, en cambio, pueden compararse con lanzar bolas de ping pong contra un coco. Por mucho que lo golpeen, no lo tirarán al suelo. Tampoco tienen la energía suficiente para dañar las células. Entre estas radiaciones se encuentran la luz visible, los infrarrojos, parte del ultravioleta y también las microondas.

Hecha esa distinción, volvamos al WiFi de casa. El router emite una radiación en el mismo espectro que las microondas, dentro de la llamada radiofrecuencia (RF). Eso es: igual que su (sospechoso) horno microondas. Y que la televisión. Y el GPS. Y los radares. ¡Y los móviles!. Y… ¡Las placas de inducción!

Pausa dramática.

Pero aún hay más. La radiación de fondo del universo también es una radiación de microondas. Y no podemos escapar de ella. Está en todas partes.

Parece que en un mundo tan peligroso deberíamos estar ya todos muertos, pero no se escondan todavía bajo la mesa. Las radiaciones no ionizantes pueden tener efectos biológicos, en particular pueden calentar y quemar los tejidos. Pero nadie tiene miedo a quemarse con el WiFi, ni con el microondas, sino a que le produzcan cáncer. Pues bien, no existe evidencia científica de que este tipo de radiaciones esté ligada al cáncer. Respiren un poco más tranquilos.

Entre otros documentos, un informe de 2013 de la agencia de salud francesa refleja que no se ha encontrado ninguna relación entre el cáncer y el WiFi.




Radiación cósmica de microondas vista por la tele.

Radiación cósmica de microondas vista por la tele.

Si existiera ese vínculo, habrían aparecido estudios como los que ligan el cáncer a la obesidad.

OTROS PELIGROS MAYORES

Traten de leer estas recomendaciones sin asustarse: la obesidad está asociada con un incremento del riesgo en cáncer de esófago, cáncer de páncreas, cáncer de colon, cáncer de pecho, cáncer de útero, cáncer de riñón, cáncer de tiroides y cáncer de vesícula biliar.

No me digan que las galletas de chocolate no parecen ahora más amenazadoras que el router.

Por otra parte, la señal del Wi-Fi casero tiene una potencia cercana a los 0,1 watios. Si usted pasara un año entero abrazado al router recibiría menos radiación que con una llamada de 20 minutos desde su teléfono móvil.

PERSONAS SENSIBLES

Hay personas que atribuyen síntomas como el dolor de cabeza, el cansancio y las dificultades para dormir a una especial sensibilidad a las radiaciones electromagnéticas del entorno. Son aquellos que desenchufaban el radiodespertador de la mesilla de noche cuando aún no existían los móviles y ahora apagan el router antes de irse a dormir.

En los últimos años se han elaborado decenas de estudios para tratar de determinar si estamos frente a un fenómeno real o si la hipersensibilidad electromagnética es producto de la sugestión.

Headache-PictureEl experimento es sencillo. Los científicos reúnen a un grupo de personas que se consideran especialmente sensibles a las radiaciones y a otro grupo que no tiene nada que ver con el tema, que servirá de control. Los investigadores conectan en primer lugar una antena que emite radiación. Habitualmente, las personas hipersensibles experimentan una gran cantidad de síntomas, más que el grupo de control.

En una segunda fase, todos los participantes están “cegados”, es decir, no saben si la antena está encendida o apagada. En ese caso los resultados cambian. Los efectos que supuestamente produce la radiación son los mismos entre los hipersensibles que entre el grupo de personas sin una sugestión especial. Ese resultado, replicado en diversos estudios, indica que no hay una relación de causa y efecto entre la radiación y los síntomas.



Este tipo de estudios se comenzaron a hacer a principios de los años 2000, a medida que se extendía el uso de la telefonía móvil. En 2011, el departamento de psiquiatría del King’s College de Londres elaboró una revisión sistemática de 29 experimentos similares publicados hasta entonces. El resultado fue el siguiente: “No se ha encontrado asociación entre la presencia de radiación electromagnética y los síntomas que auto reportan las personas con intolerancia medioambiental idiomática (de causa desconocida) atribuida a campos electromagnéticos”.

Nadie afirma que los síntomas que sufren esas personas sean imaginarios, lo que se pone en duda es su origen electromagnético. Un estudio de 2013 sugiere que la sobreexposición a informaciones sensacionalistas sobre los posibles efectos negativos de la tecnología puede explicar en parte este fenómeno.

CONCLUSIÓN

El WiFi no puede causarle cáncer, por lo que los esfuerzos que quizás dedica a mantenerse alejado del router y apagarlo por las noches estarían mejor empleados en evitar factores de riesgo que sí están demostrados, mejorando su dieta y haciendo deporte.

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