Qué es la terapia de polaridad, la impostura de manos de moda

La terapia de polaridad está de moda entre los sanadores alternativos que quieren diferenciarse del denostado reiki. Ambas técnicas energéticas son indistinguibles para un ojo no entrenado -un señor o señora le impone a usted las manos para curarle-, pero el aura de misterio y exclusividad de una técnica menos conocida como la polaridad suma puntos de cara al paciente.

Manos impuestas

Manos impuestas

Como cualquier remedio-placebo, se utiliza para tratar todo tipo de dolencias. Desde el cáncer a la psoriasis, del autismo a la astenia primaveral. Quizás un día de estos un amable naturópata le ofrezca complementar su tratamiento médico con unos pases de polaridad. Lea este artículo y sabrá a lo que se enfrenta.

Se trata de la terapia holística inventada por Randolph Stone (1890-1981), un impostor de manos austríaco que a los 24 años abrió una consulta privada en Chicago.

Su curación “wireless”, tal como él mismo la publicitaba (aquí uno de sus folletos), mezclaba astrología, medicina hindú, enseñanzas bíblicas, nociones elementales sobre circuitos eléctricos, ideas sobre el karma, medicina china, yoga, quiropráctica, reflexología y técnicas de venta de un comercial de aspiradoras. ¿Entienden ahora? Holística.

Si creen que esta presentación es exagerada, dediquen unos minutos de su vida a bucear por el archivo digital de sus delirios médicos en esta interesante página web dedicada al “doctor” Stone.

¿QUIÉN FUE RANDOLPH STONE?

Randolph Stone era en realidad Rudolph Bautsh (según esta fuente), o bien Randolph Bautsh (según esta otra). Lo que está claro es que cambió de nombre al trasladarse a Chicago porque pensaba que revelar su origen austriaco lastraría sus posibilidades de medrar en la sociedad estadounidense.

Había emigrado a los 13 años con sus padres a Wisconsin. Eran los primeros años del siglo XX y Randolph no contó con más educación formal que las lecturas bíblicas en su iglesia luterana.




Pronto nació en él una vocación pastoral, que sin embargo quedó eclipsada al descubrir las enseñanzas de ciertos gurús hinduistas.

Algunas biografías señalan que a los 19 años comenzó a estudiar las obras de Yogananda -propagador del yoga en occidente- y Krishnamurti -escritor indio espiritual-. Ambas referencias resultan dudosas, ya que en ese momento (1909) Yogananda tenía 16 años y Krishnamurti 14. En todo caso, gurús no faltan. Debió de leer a otros.

Randolph Stone le mira a usted fijamente desde la década de 1960

Randolph Stone le mira a usted fijamente desde la década de 1960

Stone se casó en la década de 1920 pero se divorció poco después debido a que “sus intereses esotéricos crearon una separación con su mujer”, según sus biógrafos.

En cualquier caso, lo relevante aquí es que con apenas 22 años salió de la granja familiar en Wisconsin para apuntarse en Chicago a un curso de quiropraxis, una terapia recién inventada que había puesto de moda otro vendedor de aspiradoras del que hablaremos otro día. Con esa formación -la Biblia, los gurús hindúes y la quiropraxis- decidió ponerse a pasar consulta.

Como no tenemos datos de las calamidades que debió de provocar en esa primera época, saltaremos directamente a 1945. Es entonces cuando se produjo su más celebre epifanía.

Según sus comentaristas, todo ocurrió durante una  calurosa noche de verano que Randolph pasó en vela leyendo un rollizo tratado del líder religioso Leah Raj Puri (“Misticismo, el camino espiritual”). Al amanecer, exclamó: “¡Esto es lo que he estado buscando toda mi vida!“.

Así nació la terapia de polaridad. Randolph, ya iluminado, había encontrado la receta perfecta para mezclar las técnicas de manipulación energética de la osteopatía y la quiropráctica con el cóctel de creencias místicas que había devorado durante años. En concreto, su plan consistía en… Mezclarlas. Nada sistemático, en realidad.

Sus escritos de esa etapa iluminada, que pueden leer en el archivo digital citado más arriba, son un mejunje de ideas más o menos enajenadas relacionadas con las astrología, la religión y la magia, introducidas entre meticulosas descripciones de huesos provenientes de su etapa como quiropráctico y nociones médicas elementales distorsionadas.

Uno de los dibujos en los libros de Randolph. Como se aprecia, las partes del cuerpo se relacionan con los signos del zodíaco y los elementos tierra, aire, fuego y agua.

Uno de los dibujos en los libros de Randolph. Como se aprecia, las partes del cuerpo se relacionan con los signos del zodíaco y los elementos tierra, aire, fuego y agua.

Sobre la anestesia, por citar un ejemplo, afirma: “El éter, el gas o el cloroformo, cuando son inhalados y circulan por el torrente sanguíneo, desplazan la proporción natural de oxígeno. Entonces, el Prana y el principio mental ya no pueden funcionar. El alma abandona el cuerpo y habitualmente se sitúa justo sobre la cabeza, pero no se rompe su conexión con el ‘cordón de plata’ que la ata con el centro del corazón” (Léalo directamente de la pluma de Randolph).

Cuando se presentaba un paciente con dolor en la rodilla, el bueno de Randolph reflexionaba así: “La tríada terrestre tiene su punto neutral en Capricornio, la Cabra – las rodillas. Su polo positivo es Tauro, el Toro – el cuello. Su polo negativo es Virgo, la Virgen – los intestinos y la digestión. De nuevo, hay una cierta correlación aquí entre las corrientes energéticas y el elemento tierra. Psicológicamente, tenemos referencias bíblicas a una generación de personas con el cuello tenso, con las rodillas dobladas por rendición. También nos dice ‘abrir las tripas por compasión a nuestros vecinos‘”. Y así sigue durante páginas y páginas, mientras imponía las manos a los incautos enfermos.

Randolph, ya de mayor y retirado en la India, orgulloso de su legado médico

Randolph, ya de mayor y retirado en la India, orgulloso de su legado médico

Como tantos otros iluminados, Randolph creía haber encontrado la cura para todas las dolencias humanas. La fe ciega en sí mismo y en el conocimiento revelado que creía haber recibido a través de sus lecturas místicas eran suficientes para pasar consulta a todo tipo de pacientes, desde personas con huesos rotos a enfermos de cáncer. Por descontado, ni a él ni a ninguno de sus discípulos les pasó jamás por la mente poner a prueba su método.

Por otra parte, resulta difícil imaginar un posible ensayo clínico que involucre el “Prana”, el karma, los chacras, el polo negativo de Virgo, los desequilibrios sacrales -sea o que sea eso-, y solo Shiva sabe qué otros oscuros conceptos imaginarios.

A partir de 1948, Stone comenzó a autoeditar libros y panfletos en los que exponía sus originales reflexiones -que al mismo tiempo ponía en práctica en su consulta privada-. “Desafortunadamente, su estilo de información y organización no era lineal. Los temas aparecían dispersos a lo largo de toda la obra, en la que no había índice alguno”, se lamentan los discípulos que han catalogado sus escritos.

Y con ese lamento cerramos este capítulo sobre la polaridad. ¿Le queda energía para continuar leyendo? Pruebe con el reiki, una terapia milenaria que se inventó hace menos de un siglo.

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